La comunidad del presente año 2010 se constituyó precisamente horas antes de la catástrofe, Adelia Villar y Carmen Atucha recibieron el día 24 a la hermana Marcela Espinoza y el 26 por la tarde a la hermana Patricia Acuña, quien venía en compañía de su hermano y su madre, hubo mucha alegría en la casa esa tarde, al llegar la noche todos nos fuimos a dormir deseándonos un "buenas noches", eso duró hasta las 3:33 am., ya que cuando dieron las 3:34 am, vivimos un remezón como jamás lo habíamos experimentado, el anterior hace 25 años había sido de 7,7º, en comparación a este que marcaba un feroz 8.8º, estos tres minutos que duró el terremoto cambió la vida de cada una, de la comunidad, la ciudad y el país.
La comunidad duerme en el segundo piso de la casa, cada una reaccionó con la mayor prudencia que se podía tener, cuando el movimiento al fin terminó, nos reunimos inmediatamente en el primer piso de la casa, en el estadio de en frente, la gente corría a refugiarse allí, nosotras permanecimos en casa e inmediatamente perdimos la electricidad, una pequeña radio a pila que la hermana Adelia conserva, fue nuestra única conexión con el resto del mundo, ninguna radio de la zona ni del país era posible localizar, la antena logró captar emisoras argentinas, las que anunciaban el terremoto ocurrido en Chile y que en las costas de la región del Maule se alzaban olas de hasta diez metros. Entre estas noticias y en penumbras nos fuimos a revisar la casa y nos dimos cuenta que nuestra cocina y el lavadero tenían todo el techo en el suelo, la muralla del segundo piso de nuestro vecino se nos vino encima, fue impactante constatar a la luz de las velas el destrozo, pero al lado de tanta destrucción, parecía nada, lo importante es que estábamos vivas.
A horas del terremoto también perdimos el agua y al día siguiente sólo algunos pequeños negocios del barrio vendían lo que habían podido rescatar entre escombros o entre quebrazones, toda la gente estaba asustada sin movilización y sin ningún servicio básico, ahí también nos comenzamos a enterar de algunas muertes cercanas.
Gracias al vehículo que estaba en casa de la familia de la hermana Patricia, pudimos salir a recorrer para visitar y ver cómo estaba nuestra gente, especialmente los más alejados. Pasamos por nuestras Iglesias pertenecientes a nuestra parroquia que son o mejor dicho eran, monumentos nacionales, lamentablemente destruidas, pasamos por el hospicio que está en nuestro sector y vimos que quedó inhabilitado, pero ninguna vida que lamentar al interior de él. Conmovedor era ver a las personas ancianas con terror de las réplicas que se sucedían a cada momento, amenazando con derribar lo que había quedado a medio caer, otros ancianos postrados, ubicados en algún rinconcito seguro, familias completas en carpas en los patios de sus casas y en las plazas. Con el mismo susto íbamos dando ánimo a la gente y vaya que agradecían la visita, luego se vinieron los funerales en los que pudimos acompañar y a eso se agregaba tanta gente de nuestra zona que estaba disfrutando de su última semanita de vacaciones en la costa y que se encontró con que después del terremoto, vino el tsunami, la gente corría desesperada hacia los cerros para no ser alcanzada por las devastadoras olas.
Había desesperación por saber de los seres queridos, gente que viajó hasta allá a pesar de corte de caminos, sólo una radio local comenzó a transmitir con su propio generador a bencina y fue como una vela encendida en la ciudad, por ella sabíamos lo que sucedía y los continuos llamados de la gente para saber de sus familias en la costa. Cada año las hermanas veranean en la localidad de Iloca en esta misma región, en unas cabañas que el Obispado de Talca proporciona a las congregaciones de religiosas, precisamente la última semana de febrero, este año, con motivo de la visita provincial de la Hna. Clara García, entre el 12 y el 24 de febrero, las hermanas Carmen y Adelia veranearon en esa localidad en el mes de enero, gracias Señor por tu providencia.
Pasada esta etapa de la tragedia, inmediatamente la solidaridad no se hizo esperar, la gente se movilizaba para saber del resto, compartiendo el agua, hasta nosotras tuvimos la suerte que la piscina del estadio de en frente nuestro abrió sus puertas y junto a todos los vecinos íbamos con cuanto recipiente sirviera para hacernos de agua.
Fuimos a recorrer el centro de la ciudad y prácticamente todo estaba en el suelo, pensábamos en cuanta fuente de trabajo se había visto dañada y por consiguiente, cuánta dificultad económica acompañará el tiempo venidero, aquellas calles céntricas por las que todos transitamos, porque en Talca es así, todos vamos a los mismos lugares, los mismos negocios, las mismas iglesias, mismos sectores de expansión, es común encontrarte con más de alguien conocido en donde vayas.
Paralelo a esto es justo mencionar la preocupación y la acción de la Presidenta de la República, la sra, Michelle Bachelet, ya su gobierno se ha destacado por su gran acción social y a días de terminar su mandato, con esta catástrofe, no ha sido diferente. Como país sentimos que las autoridades marítimas hayan sido confusas en entregar la información acerca de la posibilidad de un tsunami, ya que así se habrían salvado muchas vidas, pese a ello, es admirable el trabajo ininterrumpido que ha habido para trasladar y canalizar las ayudas. También se dio una catástrofe social que fue la de los saqueos que comenzaron a sucederse en estas dos regiones, producto de la desesperación de algunos y el aprovechamiento de las circunstancias en otros. Esta situación provocó que los vecinos se organizaran y se turnaran para cuidar los barrios por las noches, pero ahí fue cuando se dispuso toque de queda (la no circulación de civiles por la calle en cierto horario establecido) y volvimos a tener un poco de tranquilidad nocturna entre las continuas réplicas que no cesan.
Agradecemos profundamente los llamados que fuimos recibiendo de distintas partes como de Argentina, Colombia, España y otros lugares, así como también toda la ayuda internacional que fue llegando a nuestro país. Las organizaciones de Iglesia como estatales han ido canalizando las ayudas, se destacan El Hogar de Cristo y Caritas que han actuado con la seriedad que les caracteriza.
La comunidad parroquial comenzó campañas de recolección de alimentos y abrigo y para nuestra sorpresa, la gente compartió de lo poco que tenía y se juntó bastante para satisfacer necesidades del momento de aquellos que lo perdieron todo. Los voluntarios para juntar alimentos, ropa y levantamiento de escombros han sido un ejemplo de entrega, la hermana Marcela Espinoza ha colaborado con su pala en compañía de los jóvenes de la pastoral juvenil.
A una semana de la catástrofe, estamos con todos los servicios restablecidos, agua, luz, teléfono, supermercados y locomoción colectiva. Las eucaristías se realizan al estilo campaña en los patios de las iglesias o en los parques, cuatro Iglesias emblemáticas serán demolidas, pero los templos vivientes son los que más importan en estos momentos y serán los que con trabajo, esfuerzo y cariño, levantarán otros templos donde poder seguir celebrando nuestra fe. Precisamente hoy, un grupo de laicos marianistas acompañados por las hermanas Adelia Villar y Marcela Espinoza, han ido con ayuda de alimentos, abrigo y agua a uno de los sectores misionados en este verano, que está en condiciones lamentables. La familia de la hermana Patricia ya pudo regresar a la capital el día de ayer en un lento viaje producto de la caída de puentes y apertura de tierra.
Como comunidad tenemos muchos nuevos desafíos, nuevas prioridades, nuevos escenarios, porque después de aquel 27 de febrero, casi todo ha cambiado. Estamos tristes, estamos preocupadas, pero tenemos fe en que Dios que ayudará a este pueblo a ponerse de pie, ya se ha organizado a nivel nacional una campaña cuyo lema es Chile ayuda a Chile, con todos los medios de comunicación social al unísono, con artistas nacionales de televisión, radio y otros, aquí la gente solidariza donando dinero, las empresas se hacen presentes, también organizaciones e instituciones, son signos de esperanza que nos animan a trabajar y transmitir esa esperanza.
La naturaleza mostró su fuerza, la tierra nos remeció, el mar nos arrasó y dijimos como Habacuc "Señor, en el terremoto acuérdate de la misericordia" y así ha sido, ya que de entre las ruinas la gente llora lo caído, y es ahí donde reconoce que lo esencial es la vida interior, que será la que hará reconstruir un pueblo en marcha, para que las futuras generaciones gocen de la hermosura de una costa con hermosas y visitadas playas y una hermosa ciudad llamada Talca.
Patricia Acuña R. fmi