TERREMOTO EN CHILE
01 de Marzo de 2010
Cuidemos la esperanza y que no falte la solidaridad


Una palabra de aliento para todos los que formamos la Familia marianista en Chile con ocasión del impactante terremoto (grado 8.8) que hemos vivido y estamos viviendo en estos días. Van también algunas informaciones más cercanas a la vida marianista. De manera comparativa se considera este terremoto de una tal magnitud que ocupa el quinto lugar entre todos los que se han dado en la historia mundial desde que se gradúa su tamaño y el más fuerte en nuestro país, aunque sus efectos sean menores que otros del pasado.

Por lo que vamos sabiendo, poco a poco, este movimiento telúrico ha provocado una catástrofe nacional de proporciones nunca vistas. Las repercusiones humanas y económicas van a ser muy grandes. La recuperación total llevará muchos meses. Se le describe como un terremoto "engañoso"; ha destruido mucho y sin aparentarlo; ha afectado a una zona muy grande del país. Y ahora, como ha expresado el Arzobispo de Concepción, Mons. Ezzati, el pillaje de grandes proporciones nos lleva a hablar de un "segundo terremoto". El costo de la recuperación acaba de ser evaluado en torno a 30.000 millones de Dólares.

En la familia marianista ha muerto Ilse del Campo, alumna de 8º Básico del Colegio de Linares; Vania Yánez, exalumna del Instituto y que terminó en el 2006 y la Sra. Lily de Abrahán, mamá de muchos exalumnos y una persona que estaba con ella en la casa; Luís Ernesto Videla Berguecio, uno de los que iban en la avioneta que cayó en la zona de Concepción, y que es cuñado de Francisco Tepper, gerente de la Editorial SM Chile. Por ellos oramos y nos unimos especialmente en la pena y el dolor a las familias.

Son hasta ahora más de 700 los muertos en el país y más de 100 los desaparecidos. El número de los damnificados por esta tragedia alcanzaría a los dos millones según la Onemi. Llegan al millón las viviendas destruidas o dañadas. Sabemos que son muchos los edificios de servicios públicos: hospitales, colegios, iglesias, museos, cárceles... afectados en su estructura y las carreteras y puentes estropeados.

En relación con los marianistas no serán pocos los gastos que nos supondrán las reparaciones de la Residencia Universitaria, la Parroquia San Miguel, los Colegios, la comunidad de los religiosos de Puente Alto (Santiago), de las Hermanas en Talca. Pero bien podemos decir que de ésta hemos salido bastante bien. Nos toca ayudar aunque no nos vendrá mal ser ayudados.
En estos días se estaba celebrando en Santiago, organizado por la Fundación SM y el grupo SM, el I Congreso iberoamericano de literatura infantil y juvenil y que se inauguraba con una participación masiva de cerca de 800 personas y de ellos un buen número de extranjeros. Estaba siendo todo un éxito. Faltaba día y medio para su finalización y, por supuesto, se tuvo que suspender. Para quienes vivieron esta experiencia por primera vez el impacto, por supuesto, fue mucho muy grande.

Vivir un terremoto en vivo y en directo es una experiencia inolvidable a la que se le pone fecha y lugar. Por eso, ya se habla de un antes y un después del terremoto de Cauquenes (2010). ¡Qué sensación tan rica la de sentirse plenamente vivo cuando la tierra se tranquiliza! Por un momento se tiene la impresión que en sus entrañas está toda la fuerza contenida y retenida de toda la naturaleza. Y por un momento se mira lo que no se ve y se vuelve a lo esencial y uno se acuerda de Dios aunque uno se pregunta ¿Dónde estaba a las 3.34 minutos del día 27 de febrero en Chile? Todos nos hacemos la pregunta y algunos intuíamos que no se encontraba lejos pero la respuesta afirmativa nos pide un ejercicio de fe viva.

Esa misma fuerza de la naturaleza, excesivamente agresiva e invasiva, nos devuelve el sentido y el sano juicio: hoy todos importan, cada vida importa, estamos en el mismo rango, todos, sin excepción. La pena que estas tragedias dejen tanta huella y más en los más pobres. Pero pareciera que en nuestro país cada generación necesita una gran terremoto para aprender algunas lecciones importantes. Puede ser que la que nos envuelve ahora nos enseñe que no lleva lejos a un pueblo el "sálvese quién pueda"; el individualismo es fatal y puede llegar al pillaje y al olvido del que sufre. Pareciera que los valores más profundos del ser humano tienen que aparecer con más fuerza que los instintos primarios. Es bueno que las autoridades sepan que la gente necesita actuación pronta y segura y cada uno de nosotros valore la cercanía y la ayuda que podemos dar y ofrecer. Así nos lo recuerda Mons. Goic como presidente de la Conferencia episcopal:


"El Chile de bicentenario es hoy un país dolido, con un basto territorio arruinado. Amamos a esta Patria que ha sabido levantarse de terremotos, maremotos, erupciones volcánicas e inundaciones, un pueblo que ha sabido levantarse en paz de la muerte y de la violencia en tantos momentos de su historia. En horas de comprensible desesperación, pedimos a todos serenidad y solidaridad y a los fieles cristianos".

Oramos unos por otros para que en la prueba, una vez más, seamos fuertes y generosos y a poder ser esperanzados.


                                                                                                            José María Arnaiz SM

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