Esta cena familiar permite a la comunidad una mejor comunicación con los pares y nos conectan con el "ritual" de la cena familiar. No es algo reinventado, para esta ocasión. Es algo que permite tiempo de convivencia familiar con calidad; es algo que permite hacer recuerdos de infancia, de acontecimientos, pero también -y sobre todo- valorar el cariño mutuo, el pasar un tiempo juntos; reconociendo la labor que cada uno hace en su trabajo.
Una comida que reúne a la familia es sin duda el entorno ideal para aprender del otro y conocerse mejor. Mantener una conversación, escuchar, contar y compartir. Además, y esto es lo más importante, es una ocasión natural para asimilar la historia y los valores de la familia, y para aplicar esos valores en la vida cotidiana y a los problemas y oportunidades que se encuentran en la sociedad. Muchos de esos valores pueden hacerse virtudes alrededor de la mesa misma: estar atento a las necesidades de los demás, levantar el ánimo con una anécdota divertida o simplemente con escuchar.