Cuando supimos la posibilidad de realizar un campamento en Santa María Del Achibueno pensamos que sería una buena actividad, llamativa, interesante, como tantas otras, pero difícil de realizar. ¡Cuán equivocados estábamos!
Realmente fue una bendición de Dios el poder participar activamente en este campamento. Todo estaba a nuestro servicio: el apoyo de la Fundación, del colegio y su Rector, la confianza y apoyo de los padres y apoderados. Y en el lugar mismo el canto de los pájaros , el murmullo del río, la belleza y el verdor del lugar, la fragancia de las flores, la luna y las estrellas, la lluvia incesante y cantarina del día miércoles, la alegría de los niños, el servicio eficaz y eficiente de los padres,( Sra. Evita, Don Claudio, Don Ruperto y otros apoderados/as que nos visitaron), la presencia y ayuda activa de don José Pascual, Marta Rebolledo y Óscar Baeza (profesores)que con su paciencia y entrega incondicional fueron creando un ambiente de sana alegría donde reinaba el trabajo colaborativo , la creatividad, el compañerismo , el sentido de pertenencia al grupo y al curso; además una muy buena participación de los monitores: Kasandra , Daniel, Francisco, Ricardo quienes lograron una excelente comunicación y empatía con su grupo y el equipo de trabajo, a ello le agregamos los dos novicios: José Luis y Yarnirton quienes aportaron entusiasmo y un sello indispensable para el buen desarrollo de los trabajos, especialmente de las oraciones diarias. Imposible no mencionar a la Sra. Menita a cargo de la cocina para regalonearnos, la casa cómoda y acogedora, su entorno ; es decir, todo se conjugaba para el buen desarrollo del campamento en bien de nuestros alumnos.
Ellos/as en cuanto llegamos al lugar comprendieron que no estábamos de paseo y que campamento era más que simples clases al aire libre. Aprendieron a compartir y ser más tolerantes con sus compañeros, a respetar el espacio personal, a cumplir con distintos servicios para el buen desarrollo de algunas actividades y la mantención del lugar, a comer sano, a tomar agua en vez de bebida, a valorar a su familia y los que les acompañábamos y sobre todo a encontrarse con Jesús.
Diariamente nos regalaban su sonrisa, sus inquietudes, su obediencia y sus travesuras reflejando en ellas lo más significativo de sus vivencias.
Y nosotros, los adultos, cada noche durante la evaluación, después que los alumnos/as se habían dormido, constatábamos con gran gozo que lo realizado había significado un arduo trabajo, de gran entrega, de búsqueda de soluciones inmediatas, de un conocimiento distinto de cada uno de los que ahí estábamos, pero de una enorme recompensa espiritual que se convertía en una gran motivación para el siguiente día.
Ha sido una experiencia extraordinaria e inolvidable, según las propias palabras de los alumnos quienes esperan desde ya desenterrar su cápsula del tiempo en el año 2015 cuando cursen 2º Año de Enseñanza Media, palabras que reitero y comparto plenamente.
Mª Eugenia Barros.
Directora 2º Ciclo Básico
Instituto Linares