Este año los trabajos de verano se realizaron en el Boldal, un pueblo perteneciente a la comuna de Romeral, provincia de Curicó. Desde el momento de la llegada al terminal de Curicó, fuimos acompañados por la gente de la municipalidad de Romeral, quienes nos llevaron a la localidad que sería nuestro lugar de trabajo.
Nos hospedamos en una sede social, que está más o menos a un kilómetro del lugar de trabajo. El clima fue muy raro, ya que en pleno verano, el día de llegada hubo lluvia y a eso de las dos de la madrugada un fuerte temporal, que sacudía la casa de acogida con truenos y relámpagos.
Al otro día la lluvia amenazaba, pero los trabajos se iniciaron con las ganas y cariño de los jóvenes Marianistas que vivieron esta experiencia y que están acostumbrados a demostrar. Previamente, compartimos la oración y pusimos en las manos del Señor Jesús nuestro proyecto.
Fuimos muy bien acogidos por los vecinos, alrededor de 38 familias, que viven en este lugar. A diario trabajamos con ellos, y compartíamos algunas actividades, como pintar sus propias casas y cambiar las rejas del frontis de sus viviendas. Ningún día falto la fruta de la estación: Moras, cerezas, frambuesas, fueron degustadas por los misioneros, que ya bajo un sol tremendo continuaban con las labores.
Así pasaron los días, pudimos alabar al Padre Creador con una eucaristía, la cual fue animada con canto a lo divino de una de las vecinas del lugar. Los jóvenes también compartieron con los vecinos esa hermosa imagen del Jesús solidario que transita por sus venas.
Los 46 jóvenes, provenientes de las obras Marianistas (18 del IMLP, 10 del IL, 9 del CPSM, 9 del CSMC) le cambiaron el rostro a esta población, no solo porque las casas fueron pintadas, sino que también desafiando a los vecinos a encontrarse y ser solidarios entre ellos. Han demostrado que la fe también se puede vivir en lo cotidiano, que se puede poner en práctica aquellas palabras del peregrino de Galilea: "lo que hiciste a uno de estos más pequeños, a mí me lo hiciste". Los trabajos de verano han sido una experiencia del Reino, y los jóvenes han traído a la tierra, una pequeña semana del paraíso, donde todo es amor, donde todo es alegría.
Al finalizar nuestra misión, que fue pintar 13 casas por el exterior, 3 por el interior, construir una sede social de 6x6 metros, pintar la antigua sede social, poner cerco por 150 metros y otras cuantas tareas más; los vecinos del lugar nos despidieron con un asado y una cantata a la chilena para agradecer nuestra presencia.
Nosotros les entregamos 50 Nuevos Testamentos como signo de nuestra misión: vivir a Jesús en estos tiempos nuevos, con métodos nuevos, como ya lo anuncia nuestro venerado Fundador el Padre Guillermo José Chaminade.