Que hermosa expresión del pueblo de Dios, que de alguna manera mantiene vivo el espíritu de fe en muchos lugares del país. No es casualidad que los templos sea más concurridos durante este tiempo, que el resto del año. Es que María tiene esa cualidad de atraer, de congregar en torno al Señor Jesús, tal como lo hizo con la primera comunidad cristiana, que reunidos en la cena alababan al Señor de la vida y compartían sus bienes con el resto de la comunidad.
El artículo 7 de la regla de vida Marianista, da un empuje para entender con mayor claridad el misterio del discipulado de María. “En María se resume el ansia y la búsqueda de Dios de toda raza humana. Ella es la primera entre los que creen en Jesucristo y la primera liberada del mal y de la muerte”.
María ansía a Dios, ella quiere ser para Dios, y a ese Dios al que tanto le rezó en sus días en Galilea, lo empieza a reconocer en las actitudes de su hijo, que siendo hombre, empieza a revelar su condición divina, cada vez que se encuentra con los sufrientes de su tiempo.
Cuando se lee el pasaje de san Juan que relata la boda de Caná (Jn. 2, 1-12), hay dos cosas importantes a destacar de María.
La primera: María está sirviendo. Hay algunos que han querido poner a María como invitada de los novios, pero me atrevería a decir que María estaba trabajando en esa boda. Quizás si el invitado era Jesús, por ser el hombre de moda del pueblo, el que se destaca por el nuevo mensaje que acaba de empezar a anunciar. María se ha dedicado en este pitutito, a trabajar en la cocina, por eso se da cuenta que ya no queda vino. No queda vino a mitad de la fiesta, María no haya que hacer, pues una fiesta sin vino, es como un partido de futbol sin goles. Es decir, fome. No hay nada mejor que decir a Jesús, Oye no tienen vino.
La segunda: Aquí queda la escoba. Ya no hay vuelta atrás. María, emplea una célebre frase que muchos le temen, “Hagan lo que él les diga”. Pero es sabido que el ser humano, tiende a no hacer más que su parecer.¿Quién no ha pensado o hecho lo que se le ocurre? Por tanto, el hacer lo que el Señor quiere resulta una carga para los que acostumbran a perder el tiempo con las pequeñeces de esta vida. No, María no está para pequeñas cosas, ella está para servir. Para ganar dinero, para quedarse en los aposentos, perdiendo el tiempo con los cahuines, hay mucho tiempo, pero para servir hay poco y ese poco debe emplearse con agilidad.
Otro pasaje que es muy interesante, es el de la visitación de María a su prima que está vieja y además embarazada (Lc. 1,39-45). María después de saberse la madre de Dios, corre por las montañas de Galilea a servir a su prima. No va de visitas a que le sirvan, sino que al revés. Ella es la que camina un largo trayecto para ser servidora. No se queja que hace calor, o que no pasan las micros del transantiago, solo va, y camina. No se queja a mitad del camino, ni menos si es mucho o es poco.
Esta actitud de María es para que el Pueblo de hoy, se dé cuenta que las incomodidades no son motivo para quedarse en casa haciéndose los lesos. Hay que salir al camino al servir. Cuanta gente se queja del lunes. Como si los días de la semana fueran una tortura china. ¿No han pensado que son oportunidades para encontrarse con el prójimo?
¡Que bendición es poder amanecer cada mañana al cantar de los gallos, y poder decir al Señor: Dios mío que grandes eres, gracias porque puedo ir al trabajo, porque puedo decirle al que está a mi lado que lo amo profundamente, que puedo regalar mi tiempo para otros, que puedo mirarte a ti mí Señor y alabarte porque eres bueno, y a pesar de mis errores, me amas, porque no sabes otra cosa que amar¡ De seguro María lo hacía con ese corazón de mujer apasionada.
Al igual que antaño, hoy se viven tiempos intensos, donde nuestra fe debe ser luz a imitación de María que busca incansablemente al Señor. Maríaes Ansia y búsqueda. María no es otra cosa que para Dios. Por tanto, la fe, debe iluminar este mundo que vive tiempos que desconciertan.
De María, se debe aprender la cercanía, ella se hace cercana a su prima, a los novios. El Cristiano, no solo el católico, sino que también el que es de otros grupos religiosos, debe aprender de María a ser cercano con el que toca evangelizar. Aquí no se trata solamente de llevar la comunión, de hacer visitas de doctor, de tener misericordia, aquí se trata de quedarse con ellos, de meter las manos al fogón y ponerse a cocinar. De pescar la escoba y barrer. De traspirar por el prójimo.
El Papa Ratzinger en su segundo libro de la trilogía de Jesús, dice que uno debe hacerse prójimo de los otros, no esperar que los otros se hagan prójimos de uno. ¡Otro problema¡ ya que por lo general las personas andan buscando que los escuchen, que los ayuden, que les presten atención, que los amen, es decir, no hay tiempo para el otro. Quieren ser acogidos solo ellos, importándoles muy poco el resto. Pues la actitud de María es al contrario de los mortales, ella va a servir, ella va a escuchar, ella va a ayudar, ella va, no ella espera. Quizás los cristianos debiéramos hacer lo mismo, salirnos de la pasividad de la vida e ir, movernos, samarrearnos. Es decir caminar por las montañas de nuestras vidas.
Un Marianista, debe destacar en el servicio a Dios, por intermedio de María. Ya decía nuestro Fundador, El Padre Chaminade, de feliz memoria, que debemos “servir y amar a María”. No como cualquier persona, sino como lo hace un Marianista, loca y apasionadamente.
María no es para venerarla solamente, está bien, ya se concede la veneración, pero solo un poco. María es para imitarla, contemplarla. No hay mejor cosa que tratar de tener las actitudes de María. Sobre todos esas que son propias de la mujer discípula. Les desafío a que vean en sus cercanos, que actitudes de María descubren en ellos. De seguro no serán pocas, pero la cosa no queda ahí, sino que esas actitudes se tienen que compartir. Uno sirve y el otro acoge. Uno ayuda y el otro consuela. Uno ora y el otro contempla. Y así sucesivamente.
El Padre Chaminade, dice “hemos sido escogidos por María, no hubiéramos escogido a María como madre, si ella no lo hubiera hecho primero”. María es lo más parecido a un canal, donde pasa toda la gracia de Dios. Hay que atreverse con María.
Las flores cuyo brillo agrada a vuestros ojos, es la caridad, el amor a Dios y nuestros hermanos, dice la Oración inicial para todos los días del mes. Que María nos ayude a crecer en la fe, a ser fuerte en la esperanza y firmes en el amor.
Con Cariño fraterno,
Carlos Espinoza SM.