Todos ellos se han atrevido a escribir una carta a Dios. En ella comparten inquietudes y anhelos profundos, afanes y búsquedas que han dado sentido a sus vidas. El libro es un verdadero mosaico de credos, culturas y experiencias.
Entre los que escriben hay seis chilenos. Mons. Bernardino Piñera, un gran creyente y que cumplirá 100 años el 2 de junio; Benito Baranda, una voz y un testimonio de vida de lucha por la justicia y por inclusión en este país y en este continente; Sergio Torres, sacerdote de mucha trayectoria en la teología de la liberación y un auténtico gestor de vida abundante y de importante actividades en la Iglesia; Hna. Alejandra Izquierdo, abadesa del monasterio benedictino de Rengo y dotada de un alma de artista que le permite pintar con unos colores y una expresión impactante sus profundas experiencias espirituales; Héctor Ávila técnico social y monitor de la de la casa de Acogida “Puertas abiertas” de Talca.
Cierra el libro una carta extraordinaria de una niña de 12 años, alumna del Instituto Linares, que murió hace un año y que nos deja un mensaje que emociona a grandes y a chicos; por lo que fue y cómo vivió sus pocos años es un fruto maravilloso de la educación marianista. En ella la fe se hizo muy fuerte con el dolor de la enfermedad que la llevó a morir siendo todavía niña con la serenidad y fortaleza de una gran mujer fuerte en la fe. Más de alguno de nosotros pensábamos al verla que estaba hecha para el cielo, pero qué bien nos hacia contar con ella en la tierra; más de alguno, también, pensamos que se fue sin irse.
Al leer estas cartas y retomar el contacto con Dios se aprende ternura y misericordia, audacia y lucidez, adoración y alabanza, perdón y alegría, felicidad y fecundidad. No he querido escribir esto para hacer marketing del libro. La intención es bien distinta: Invitarte a escribir también tú carta a Jesús, enviársela y de paso hacérsela llegar a algunas personas que te sean cercanas y esperar respuesta. Jesús no se quedó y no se queda callado. Cuando se le pregunta responde y cuando se le interpela reacciona. Date fecha para hacerlo. Ponte en condiciones para realizarlo. Merece la pena.
Es verdad que hemos perdido un poco la estupenda costumbre de escribir cartas. Nos vamos acostumbrando a pequeños textos con un número limitado de letras que llegan por las redes sociales al instante. Casi seguro que nunca hemos escrito una a Jesús. Sin embargo, la carta es un genero literario que nos pide tener presente y mirar a los ojos de aquél al que escribimos; son textos altamente personales y que tienen una fuerte dimensión de intimidad, cariño y aprecio; en ellas uno como que se desnuda de su ser entero; de ahí el sabor un poco autorreferente que puede quedar después de la escritura y de la lectura de algunas de nuestras misivas.
¿Qué hacer para bien escribir un carta a Jesús? Leer algunas de las cartas de este libro. Así se entra en la experiencia íntima de fe y de amor que diferentes personas han hecho muy bien. Todas las cartas son un estupendo diálogo con Jesús. Las hay en que los autores se exponen con sencillez de niños a la mirada y a la escucha de la palabra de Jesús y por él se dejan mirar y hablar. Más aún, no son pocos los que en sus cartas nos dicen que se han dejado modelar por él; por él son lo que son; se puede entrever su modo de confiar, sufrir y amar; al mismo tiempo, presentan experiencias que nos piden dar pasos en el crecimiento de la fe. En ellas hay un camino que aprender y que emprender: de la oración hay que pasar a la fe, de la fe al amor, del amor al servicio y del servicio a la alegría.
Desafío inmediato: Ponerse en condiciones para bien escribir esta carta. Prepararse para lograrlo. Para ello evocar los momentos fuertes de nuestras vidas y en los que el Señor ha estado presente. Alguno de los que lean esta invitación puede ser que no llegue a poder escribir esta carta; otros pueden ser que se animen a invitar a hacerlo a todos los integrantes de su comunidad, de su oficina o de su curso. Tómense el tiempo para ello. Inténtelo más de una vez. En cuanto a la extensión, procuren que no sea demasiado corta; nunca menos de dos páginas. Jesús tiene tiempo de sobra para leer todo lo que le llega y para responder a lo que recibe. Es importante que la carta pase por el corazón y esté llena de afecto y cariño y empiece por “querido Jesús”. Así es la relación con él. Tenemos que amar al que creemos. A Jesús es imposible conocerlo y no amarlo y amarlo y no escribirle.
Esta puede ser la carta de tu vida.; la que te lleve más tiempo escribir; la que te dejará más feliz. Puede ser que sea, también, la carta más comprometida. Espero que no sea la última que le envíes a Jesús. Algunos acostumbran a orar escribiendo cartas a Jesús. El destinatario es de los que contestan. Por eso no te olvides en la misma carta de poner el remite; de decirle a Jesús quién eres realmente, dónde vives y con quién y qué haces. Trata de que sea una pequeña radiografía de tu vida. No lo dudes que te va a llegar respuesta y en un lenguaje sencillo, de hermano y de padre, con expresiones de mucha ternura.