En torno a Francisco.
24 de Abril de 2013
En medio de la alegría porque nuestra Iglesia tuviese un nuevo papa, comenzaron a llegar correos de distintos amigos diseminados por el mundo preguntando quién era este tal Bergoglio, argentino, que había sido elegido papa. Así que sin mucha elaboración y aclarando que lo que seguía eran mis impresiones y vivencias personales respecto de Bergoglio -1-, surgieron estas líneas que, después y ya asimilada la sorpresa, se fueron completando y enriqueciendo con reflexiones y opiniones de amigos.


Bergoglio (ahora Francisco) ha sido arzobispo de Buenos Aires y antes había sido obispo auxiliar de la arquidiócesis, estando a cargo de la zona de la ciudad donde nací y crecí, así que lo conozco. Mis padres son amigos de su familia y han trabajado juntos en la parroquia San José de Flores.

En lo personal, con Bergoglio tuve contacto cuando con las Comunidades Laicas Marianistas (CLM) andábamos atrás del reconocimiento eclesial en El Vaticano y él fue uno de los que dio fe que "éramos buenos chicos". Y ya más cerca en el tiempo, ha sido uno de los promotores del Centro Misionero Nuestra Señora de Luján donde actualmente trabajamos con mi comunidad; hace menos de un año estuvo presidiendo la celebración de la fiesta patronal del Centro Misionero y después se quedó a compartir una cena a la canasta con la gente de la capilla. Y a raíz de mi participación en el Departamento de Movimientos Eclesiales de la Arquidiócesis de Buenos Aires y en el Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina también hemos compartido más de un espacio.

Como toda persona importante y pública, tiene sus admiradores y sus detractores. Dentro de este último grupo podemos contar a más de un oficialista (políticamente hablando) que vocifera contra él porque a los líderes de su movimiento político nunca les cayó simpático, y menos cuando, fiel a su estilo y en más de una homilía, dijo, por ejemplo, que el país y nuestra sociedad estaban quebrados por el odio infundido "desde arriba" o que en el país seguía habiendo mucha pobreza (algo que el "relato oficial" niega). Y también a más de un neoprogresistapopulista que le enrostra mediáticamente complicidades con el gobierno de turno cuando Bergoglio ejercía cargos en la Compañía de Jesús, algo que nunca tuvo pruebas concretas.

En contrapartida, a Bergoglio se le reconoce su inclaudicable vocación de diálogo y de encuentro, su ecumenismo concreto y palpable, su sencillez y humildad, su militancia a favor de la vida,...

Pasando a las apreciaciones personales, Bergoglio siempre se ha caracterizado por su capacidad intelectual y por su claridad de conceptos. Sin ningún tipo de estridencias siempre ha dicho lo que le ha parecido apropiado, sin hacer concesiones. Así se ha enfrentado al poder (aunque el poder actual esté haciendo malabarismos para cambiar su imagen y aparecer como "amigo") y se ha erigido como una voz de referencia en la Iglesia argentina y en gran parte de nuestra sociedad. Por otra parte, su humildad y sencillez son la característica más trascendente de su persona; un tipo sobrio al extremo, sin ninguna ostentación de nada, que se mueve por la ciudad en transporte público, sin custodios ni séquitos (lo he visto llegar caminando con su maletín al Centro Misionero para celebrar una misa, a un hospital público para ir a visitar enfermos comunes, entrar a un colegio para dar una charla anunciándose como "el padre Bergoglio",...). El mismo tipo que siendo "el jefe" de la Iglesia argentina te pedía en sus cartas personales que reces por él para que fuese un buen pastor. Un tipo al que nunca vi estirar la mano para que le besen el anillo sino que te da la mano y te la aprieta para saludarte como lo hacemos todos.

Esto que los argentinos ya conocíamos de Bergoglio, Francisco lo va haciendo evidente en cada uno de sus gestos.

Gestos que nos invitan a renovar nuestro convencimiento en torno a una Iglesia más sencilla, más transparente, más horizontal, más mariana, más dialogante, más abierta, más participativa, más solidaria, más sensible, más afectiva,... (escribo esto y mis recuerdos me llevan inmediatamente a la redacción del documento "En alianza con María" que escribíamos en Francia en 2005, como conclusión del cuarto Encuentro Internacional de las CLM -2-). Una Iglesia donde todos somos necesarios y nadie es más necesario que otros. Una Iglesia donde "estar a gusto" pero que solamente se completa si es "para afuera", para salir al encuentro de los otros -especialmente y con un cuidado particular por los más pobres y empobrecidos-, para mostrar que Jesús nos quiere a todos y que quiere "encontrarse" con cada uno.

Una Iglesia que sea ámbito para la fe...

Una fe que tantas veces ha estado ausente -o hemos hecho estar ausente- de nuestras Iglesias y de nuestras vidas. Hemos seguido con interés cómo iban las apuestas respecto del nombre del próximo papa, hemos analizado "científicamente" si era conveniente alguien que fuera menor de 70 años, si la línea política respondía más a tal o cual bando,... dejando de lado lo que aprendimos de chiquitos respecto de que era el Espíritu Santo quien inspiraba las decisiones de, por ejemplo, los cardenales reunidos en Cónclave.

Sin pretender ver una paloma blanca revoloteando en la Capilla Sixtina (dejemos a la gaviota previa al Habemus Papam de lado...), estamos tan intelectualizados que nos cuesta ver la acción del Espíritu. Sí, en esos días de Congregaciones y Cónclave, actuó el Espíritu Santo, el que "habló por los profetas". Junto a mi amigo Gustavo -a quien agradezco haber compartido la reflexión anterior- lo creo, lo proclamo y lo celebro.

Estoy convencido que Francisco será un papa que agitará las aguas. Después veremos si consigue resultados, si la famosa "curia romana" lo deja hacer, si los resultados son los que "a mí me gustan". Sea como sea, será alguien que no creo que pase desapercibido. Y hablará con el ejemplo, empezando por él mismo.

De un tipo que siempre nos ha dicho a los laicos que, ante la falta de curas y mirando a los evangélicos, teníamos que crear un oratorio, una capilla en cada cuadra porque Jesús tiene que estar en los barrios, con la gente además de "en los templos", espero que sea un papa pastor, preocupado por cómo evangelizar (único objetivo de la Iglesia como organización), por cómo mostramos que esto de seguir a Jesús está bueno y que vale la pena vivirlo.

De un tipo que ha rechazado educadamente "los beneficios" de ser obispo espero que acomode los asuntos administrativos de manera que algunas iglesias (o algunas partes de la Iglesia) no sean motivo de escándalo.

De un tipo que los Jueves Santos se iba a hacer el lavatorio de los pies en los hospitales, que promovía a los curas que trabajan en las villas, en las fronteras de la sociedad y que los defendía cuando peligraban sus vidas, que iba y se metía en las villas, "metiendo las patas en el barro", espero que sea mensajero de la Buena Noticia, que use los distintos medios de comunicación y los distintos espacios para transmitir el mensaje de Jesús.

En los pocos días que Francisco lleva en su nuevo servicio a la Iglesia y al mundo, ya ha dado muestras de sencillez, apertura y afecto. Y esto bien podemos entenderlo y encuadrarlo en un pedido que toda la Iglesia hacía y que damos por sentado que los cardenales plantearon como una necesidad a quien fuera el nuevo papa: abrir las ventanas de la Iglesia para que entre aire fresco. Agradezcamos y celebremos esta bocanada de aire fresco (si no recuerdo mal, en algún pasaje de la Biblia, además de la palomita, al Espíritu Santo se lo describe como un fuerte viento...). ¡Aprovechemos el ventarrón!

El Vaticano se ha llevado a un buen tipo "desde el fin del mundo". A nosotros nos toca colaborar con la oración y con la misión, ahí donde estemos.

Unidos en el Camino, por la Madre al Hijo,


Ezequiel H. Reggiani
CLM Mamallay / Buenos Aires, Argentina


-1- En el sitio de internet del Colegio Marianista de Buenos Aires (www.marianista.edu.ar) publicamos datos biográficos.
-2- http://www.clm-mlc.org/old_website/CLMDocES-4EI-Maria.pdf

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