El texto, que se inserta en el contexto de la crisis que "agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía", señala que "el comienzo de un año nuevo, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz".
El Papa reconoce que el año que termina "ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas". En ese sentido, el Pontífice presenta su Mensaje en una perspectiva educativa, convencido de que los jóvenes, "con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza".
Añade Benedicto XVI que educar requiere la "responsabilidad del discípulo, que ha de estar abierto a dejarse guiar al conocimiento de la realidad; y la del educador, que debe de estar dispuesto a darse a sí mismo. Por eso, los testigos auténticos, y no simples dispensadores de reglas o informaciones, son más necesarios que nunca (...) El testigo es el primero en vivir el camino que propone".
Destaca la familia como el primer lugar donde madura una verdadera educación en la paz y en la justicia, ya que son los padres los primeros educadores: "En la familia es donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. En la familia es donde se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la acogida del otro".
"Que el joven se sienta valorado"
A los responsables de las instituciones dedicadas a la educación, el Papa invita a vigilar con gran sentido de responsabilidad para que se respete y valore en toda circunstancia la dignidad de cada persona. "Que todo ambiente educativo sea un lugar de apertura al otro y a lo transcendente; lugar de diálogo, de cohesión y de escucha, en el que el joven se sienta valorado en sus propias potencialidades y riqueza interior, y aprenda a apreciar a los hermanos".
Y a los responsables políticos, el Santo Padre les pide que "ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho-deber de educar. Nunca debe faltar una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad. (...) Ofrezcan a los jóvenes una imagen límpida de la política, como verdadero servicio al bien de todos".
Recuerda el Papa que la educación persigue la formación integral de la persona, incluida la dimensión moral y espiritual del ser, y por eso para educar en la verdad es necesario saber quién es la persona humana, conocer su naturaleza. "El hombre es un ser que alberga en su corazón una sed de infinito, una sed de verdad -no parcial, sino capaz de explicar el sentido de la vida (...) Por eso, la primera educación consiste en aprender a reconocer en el hombre la imagen del Creador y, por consiguiente, a tener un profundo respeto por cada ser humano".
La paz es fruto de la justicia
En su Mensaje, el Papa subraya que la justicia no es una simple convención humana, ya que lo que es justo no está determinado originariamente por la ley positiva, sino por la identidad profunda del ser humano. La paz, en tanto, "no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad". La paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad. Y es ante todo don de Dios".
Finalmente, Benedicto XVI expresa que los jóvenes son un don precioso para la sociedad. Y les exhorta: "No se dejen vencer por el desánimo ante a las dificultades y no se entreguen a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengan miedo de comprometerse, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación".
El Pontífice invita a los jóvenes a ser conscientes de que son "un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo serán cuanto más se esfuercen por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseen un futuro mejor y se comprometan en construirlo (...) Nunca están solos. La Iglesia confía en ustedes, les sigue, les anima y desea ofrecerles lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz", concluye Benedicto XVI.
(FUENTE: WWW.IGLESIA.CL )