Peregrinar a Burdeos significa para los marianistas emprender un viaje a nuestros orígenes, los de la familia marianista; al lugar donde tocan fondo nuestras raíces. ¿Para qué? Para alimentarnos del mismo espíritu que empujó a nuestro fundador, el Beato G. José Chaminade. Él fue un hombre de fe y comprendió que sin una fe firme cualquier intento de vida cristiana se desmorona.
Queremos arraigarnos en esa fe que mueve montañas, la fe que nos viene de los primeros discípulos de Jesús, los apóstoles; de los grandes santos, de nuestro fundador, de los marianistas, laicos y religiosos, que nos han precedido. «Con la fe lo podremos todo -decía nuestro Fundador-. Sin ella no podremos nada». La fe produce convicciones íntimas, inamovibles, más fuertes aún que cualquier verdad que proceda de nuestra inteligencia. La fe produce una íntima certeza en el corazón: que para Dios nada hay imposible, y que nada ni nadie podrán separarnos de su amor. El hombre de fe vive de esta sencilla confianza y en su debilidad se siente fuerte porque sabe de quién se ha fiado.
Vamos a emprender un viaje en busca de las fuentes de nuestra fe. Visitaremos Perigueux, Mussidan, Agen... y Burdeos. Desde Burdeos iremos a Zaragoza y allí nos detendremos para visitar la Basílica de la Virgen del Pilar y pedir a María «fortaleza en la fe». La segunda etapa de nuestra peregrinación será Madrid, donde nos uniremos a peregrinos de todo el mundo que quieren, como nosotros, crecer en la Iglesia fuertes en la fe, arraigados y cimentados en Cristo.
Esperamos vivir una muy rica experiencia de vida marianista y de vida eclesial.